Comentario al trabajo del Académico Roger Guerra García

Autor: Otero Ruiz Efraím

Fragmento

Ante todo quiero expresar mis agradecimientos al Sr. Presidente y a la Junta Directiva por conferirme el honor de hacer el comentario a la extraordinaria ponencia sobre la trascendencia de la biomedicicna de altura que nos ha hecho el colega y amigo Roger Guerra-García. Como se ha señalado el Sr. Presidente en su nota introductoria Roger, egresado de postgrado en Endocrinología y Bioquímica en el Mount Sinai Hospital de Nueva York y en la Universidad de Boston ha sido por muchos años profesor universitario y en diversos períodos Presidente de la Sociedad Peruana de Endocrinología, Presidente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología CONCYTEC, Viceministro de Educación, Rector de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y hasta hace muy poco Senador de la República por el grupo que encabeza Don Javier Pérez de Cuellar. Es titular de la Academia de Medicina de Perú y correspondiente de la Real Academia de Medicina de España, autor de varios libros en las áreas de reproducción, población y medicina de la altura. Mi primer contacto con este tema sobrevino cuando, en el otoño de 1959 realizamos, en el Laboratorio de Radiación de la Universidad de California el primer simposio sobre medicina aeroespacial, preocupados como estaban los norteamericanos por las conquistas de los rusos en lo que se llamó la era "post-Sputnik". La única y casi obligatoria referencia eran los trabajos que a partir de 1956, venían emanando del grupo de la Escuela de Medicina de Aviación de la Fuerza Aérea Norteamericana en Randolph Field, Texas, presidido por el profesor Alberto Hurtado de Lima, hijo de colombiano, como nos lo acaba de relatar nuestro ponente. Fue un momento enorgullecedor para los dos sudamericanos que participábamos, Jorge Braun-Cantilo (hijo de genial cardiofisiólogo argentino y descubridor del sistema renina-angiotensina, Eduardo Braun Menéndez, prematuramente fallecido ese mismo año en un accidente de aviación) y yo, por saber que así resonaba descollante la medicina de nuestro región y cómo esos trabajos, ya desde los años 20s y 30s, venían teniendo resonancia en todo el mundo. Fuera de Hurtado, el otro apellido peruano que nuestros colegas americanos repetían sin cesar era el de Guzmán Barrón, no sólo por sus contribuciones sino quizás porque el apellido Barrón (pronunciarlo Barron) existe también en el idioma inglés, como nos lo narraba anoche Hernando Groot a propósito del sitio de Vernon a Cartagena.

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2008-03-27   |   1,461 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 22 Núm.3. Diciembre 2000 Pags. 198-199 Medicina Ac. Col. 2000; 22(3)