María Callas: La divina

Autor: Otero Ruiz Efraím

Fragmento

Podría decirse ingenuamente que mis más de 40 años de amistad ininterrumpida con José Félix Patiño casi comienzan y terminan con María Callas. Pero antes de causar alarma entre mis oyentes, quiero calificar mi afirmación diciendo que comienzan y terminan en un sentido más estrictamente histórico que afectivo. Veamos por qué. A finales de 1958 era yo apenas un residente de medicina interna y endocrinología en el Columbia-Presbyterian Medical Center de Nueva York y José Félix había ya completado su grado y su postgrado en la Universidad de Yale. Como lo relata en su libro, él ya había tenido la oportunidad de oír y admirar a María Callas desde los asientos de galería del viejo Metropolitan de la calle 38. En cambio yo, llegando a Nueva York desde Tennessee sólo a comienzos del año, y embebido 13 horas al día en mi trabajo de dosificación biológica de TSH, apenas si había tenido el tiempo y el dinero para visitar los museos, las galerías y tal cual concierto en Carnegie Hall componiendo con los “musicals” de Broadway. Con una beca que apenas igualaba los menguados salarios de mis compañeros de residencia, debía contar y recontar los escasos dólares y –en compañía de amigas y amigos del laboratorio- tratar de reservar y comprar la boletería con meses de anticipación para evitar los precios de estreno inmediato o de reventa que –aun para gallinero- quedaba bien fuera de nuestro alcance.

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2008-03-27   |   1,259 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 22 Núm.3. Diciembre 2000 Pags. 218-220 Medicina Ac. Col. 2000; 22(3)